domingo, 17 de febrero de 2008

Los extraños amores de Bonham-Carter

Para cuando esta entrevista sea letra impresa, Helena Bonham-Carter, de 41 años, habrá dado a luz a su segundo retoño; ambos fruto de su relación con el excéntrico, iconoclasta y visionario Tim Burton. Un retrato de familia nuclear que sobre el papel respondería bien a esa imagen algo conservadora y encorsetada que emanaba la actriz británica al comienzo de su carrera, cuando era la reina del costumbrismo de época de Forster-Ivory. Pero los tiempos de Una habitación con vistas y Howards End quedan lejos, y si los Burton como grupo evocan una imagen conocida, es más cercana a la Familia Monster o a los Adams que a la Inglaterra victoriana. Además, comentarios como los que suelta la actriz a cada momento no hacen más que alejar a esta familia de la norma. A su primer hijo le comparó con un pollo congelado nada más nacer, mientras que Tim Burton está convencido de que un parto es la situación más sangrienta y surrealista que uno puede presenciar. "Luego dicen de mis películas", remata el director de Eduardo Manostijeras, Mars Attacks y ahora Sweeney Todd, el musical de Stephen Sondheim centrado en la figura del barbero con el rasurado más apurado de Fleet Street, que ha logrado tres candidaturas a los Oscar.

Bonham-Carter es un pozo de energía bajo esa apariencia "gótica, estrambótica o simplemente estrafalaria" "Yo soy la peor para definirme. ¿Rebelde? Sí. ¿Excéntrica? Posiblemente. Pero yo me veo como alguien normal. Y Tim también lo cree. Lo mismo que yo pienso de él. Pero esto de vivir en el mundo de las descripciones?". Lleva mucho tiempo en la industria, escuchando cómo intentan encasillarla: la "reina del corsé" cuando comenzó en 1985 con Lady Jane y "la princesa de las tinieblas" desde que comenzó su relación con Burton, en octubre de 2001, después de conocerse durante el rodaje de la reimaginación de El planeta de los simios.

Ella no lo quiere reconocer, pero la imaginación de Bonham-Carter siempre ha estado más disparada de lo que sus primeros trabajos hacían parecer. Nacida en Londres, cuenta con un importante abolengo. Bisnieta del estadista Herbert Asquith, primer ministro británico durante la I Guerra Mundial, y nieta de Eduardo Propper de Callejón, diplomático español. También cuenta con una tía abuela, Liliane, filantrópica francesa casada con el barón de Rothschild. Pero a Helena todos estos cargos le pillan de pasada; es parte de la rama humilde de la familia, y con problemas: su madre tuvo una crisis nerviosa cuando la actriz tenía cinco años, y su padre sufrió una parálisis durante una operación rutinaria que le dejó de por vida en una silla de ruedas cuando ella sólo tenía 10 años.

La actriz sí tiene alguna queja sobre su compañero sentimental: que, con tal de que no les acusen de favoritismo, se distancia de la actriz más que de cualquier otro. "Nos arriesgamos mucho. Y luego tienes que aguantar eso de que "¡oh, has contratado a tu novia!". Les parece la elección más fácil, y de verdad que es todo lo contrario", explica. "Tim no es un hombre de muchas alabanzas, más bien parco en palabras, aunque, como es obvio, yo me entiendo con él. Bueno, reconozco que yo hablo mucho, que quizá me debería callar más a la hora del rodaje; pero no me habría venido mal un halago que otro", añade con mohín mimoso.

Burton no es el primer realizador con el que Bonham-Carter se relaciona de manera tan estrecha, ya que fue pareja de Kenneth Branagh. Y quiere romper el tópico que la asocia sólo con el cine de Burton. "Estoy disponible para el mejor postor. Para cualquiera. Pedro Almodóvar. Me encantaría trabajar con él. Quizá ahí me valga mi sangre española de algo. ¿Qué piensas?".

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